dijous, 27 de novembre del 2014

CASTIGOS DIVINOS



Sísifo: rodeó toda la ciudad con grandes murallas para obligar a los viajeros a pagarle abundantes tributos cuando pasaban por allí. Su gran inteligencia le sirvió para obtener múltiples beneficios en todos los aspectos de la vida, pero la falta de ética de algunos de sus actos, le valió, en determinados momentos y circunstancias, la consideración de ladrón o malechor. A parte de esto, Sísifo aleccionó a su mujer para que cuando muriese no llevase a cabo los cortejos fúnebres. Su esposa así lo hizo y cuando Sísifo llegó al infierno se quejó a Hades de lo que había hecho su familia y le pidió que le concediera volver a la tierra para aleccionar a sus allegados sobre las exequias que debían llevar a cabo. Hades le concedió tal deseo a condición de que volviese pronto. Sin embargo, Sísifo, por otra parte divertidísimo ante la inocencia divina, se jactó en el mundo real de lo ocurrido, y, por supuesto, no volvió en mucho tiempo. Finalmente, Hermes, o, tal vez, Teseo, le devolvieron al inframundo donde se le condenó a un castigo cruel: debía subir un enorme peñasco a una alta cima del inframundo, y, cuando casi estaba a punto de lograrlo, volvía a caérsele y tenía que subirla de nuevo. Tal tarea sólo se detuvo durante el intento de Orfeo de recobrar el alma de Eurídice pero después continuó durante toda la eternidad.




El tormento de Tantalo
Tántalo: realizó varios crimenes. El mito de Tántalo nos cuenta que fue invitado por su padre Zeus a la mesa de los Dioses del Olimpo, lo que le dio acceso a sus secretos y los reveló ante los mortales. Además, robó néctares y ambrosía para repartir entre sus amigos. Su segundo crimen fue que realizó un banquete con los Dioses, pero cuando la comida empezó a escasear, ofreció a su hijo Pélope: descuartizó al muchacho, cocinó sus miembros y los sirvió a los invitados. En el tercer caso, Tántalo, robó el mastín de oro de la Diosa Rea. Tántalo fue enviado al Tártaro para ser torturado eternamente. Su castigó consistía en estar en un lago con el agua hasta la barbilla y un árbol con deliciosas frutas. Cada vez que intentaba dar un sorbo de agua, o comer una pieza de fruta, desaparecía. Mientras, una roca inmensa sobre su cabeza amenazaba con aplastarlo. 



Titio: fue castigado por intentar violar a la madre de Apolo (Leto). Su castigo fue estar con las extremidades estiradas durante toda la eternidad mientras dos buitres le picoteaban el hígado.














Prometeo: Para vengarse de Prometeo por esta segunda ofensa, Zeus ordenó a Hefesto que hiciese una mujer de arcilla llamada Pandora. Zeus le infundió vida y la envió a Prometeo, junto la caja que le había regalado Hermes como dote, y que contenía todas las desgracias (plagas, dolor, pobreza, crimen, etcétera) con las que Zeus quería castigar a la humanidad. Prometeo sospechó y no quiso tener nada que ver con Pandora, alegando que era estúpida (al carecer de previsión), por lo que ésta fue enviada a Epimeteo, quien se casó con ella a pesar de las advertencias de su hermano para que no aceptase ningún regalo de los dioses. Pandora terminaría abriendo la caja, a pesar de las indicaciones en contra de Epimeteo.

Zeus se enfureció aún más al ver cómo Prometeo se libraba de Pandora, e hizo que le llevaran al monte Cáucaso, donde fue encadenado por Hefesto con la ayuda de Bía y Cratos. Zeus envió un águila (hija de los monstruos Tifón y Equidna) para que se comiera el hígado de Prometeo. Siendo éste inmortal, su hígado volvía a crecerle cada día, y el águila volvía a comérselo cada noche. Este castigo había de durar 30.000 años, pero a los 30 años Heracles pasó por el lugar de cautiverio de Prometeo de camino al jardín de las Hespérides y le liberó disparándole una flecha al águila. Este vez no le importó a Zeus que Prometeo evitase de nuevo su castigo, al proporcionar la liberación más gloria a Heracles, que era hijo de Zeus. Prometeo fue invitado a volver al Olimpo, aunque debía llevar con él la roca a la que fue encadenado.



Laocoonte: Laocoonte llegó a arrojar una lanza que se clavó en el caballo de madera, pero cuando los troyanos estaban a punto de destruir el caballo, los soldados troyanos trajeron a Sinón, quien con las mentiras ideadas por Odiseo logró convencer a Príamo de que se trataba de una imagen sagrada de AteneaCuando Laocoonte se disponía a sacrificar el toro a Poseidón, dos serpientes marinas, llamadas Porces y Caribea, o Curisia, o Peribea, llegaron desde Ténedos y las Calidnessalieron del mar y atacaron a los hijos mellizos de Laocoonte, llamados Atifante y Timbreo o Melanto, enroscándose alrededor de sus cuerpos; Laocoonte intentó salvarlos pero sufrió la misma suerte. La tradición de Virgilio muestra las serpientes como un castigo divino por haber intentado destruir el caballo. Los troyanos interpretaron el episodio como una muestra de que el caballo era un objeto sagrado y de que Sinón había dicho la verdad. Virgilio, en el libro II de la Eneida, relata así el ataque de las serpientes:

dimarts, 4 de novembre del 2014

EROS Y PSYCHE


Psyche era una princesa muy bella. Ella tenía dos hermanas muy bellas también, pero ella era la que más. A causa de su belleza, no conseguía encontrar a ningún hombre, porque todos los pretendientes se alejaban. Sus hermanas pequeñas enseguida encontraron esposo. Pasaba el tiempo, y sus padres estaban muy preocupados y decidieron consultar el oráculo de Delfos. El oráculo les dijo que debían vestir a la doncella con un vestido de boda, llevarla a lo alto de una montaña y dejarla abandonada para que un monstruo alado se la llevara para siempre y así lo hicieron. Los padres estaban muy triste porque dejaban a su hija para siempre. Se hizo de noche y Psyche se quedó dormida. Llegó el monstruo y se la llevó volando. La dejó en un valle maravilloso, lleno de flores. Al despertar, se fue andando y encontró un palacio grandioso de mármol blanco. Se abrieron las puertas ante su presencia y muchas sirvientas les dieron vestidos preciosos, joyas muy ricas y grandes manjares de toda clase. Al llegar a la noche, se acostó en su lecho nupcial y apareció el "monstruo". Él le pidió que no le mirara a la cara, y así lo hizo. Las noches transcurrieron felices, porque el "monstruo" durante el día desaparecía. Una noche, ella le pidió volver a ver a sus padres. Él la llevó volando hasta lo alto de la montaña. Al llegar a la casa de sus padres, ellos se alegraron mucho y sus hermanas estaban muertas de envidia. Ellas le dijeron que cogiera una lámpara y que le mirara el rostro durante la noche. Ella prometió que así lo haría. Volvió al palacio en brazos de su amado. Por la noche, ella cogió una lámpara de aceite y se acercó a su amado para verle la cara. Resultó que su amado, el "monstruo", era bellísimo, y era Eros, el dios del amor. Del susto, le cayó una gota de aceite y despertó a su amado. Él desapareció y ella se puso muy triste. Con el paso de los días, él dejó correr lo sucedido y vivieron felices para siempre.