Por orden del rey Pelías, Jasón reúne una tripulación de héroes para ir a buscar el vellocino de oro a La Cólquida, país muy alejado de Grecia. En un viaje lleno de aventuras y peligros, los Argonautas, llegan a su destino. Allí, Jasón debe superar unas pruebas de valor que le impone el rey de la Cólquida, Eetes. Pero a Jasón lo ayuda a estas pruebas y a robar el vellocino de oro la hija de Eetes, Medea, que se ha enamorado de él. En lo más profundo del bosque, en el santuario de Hécate, diosa de la brujería, Jasón y Medea se confesaron su amor mutuo y Jasón huye de La Cólquida acompañado de Medea.
Una vez en Grecia, se casa con Medea y tienen dos hijos. El matrimonio y sus hijos se establecen en la ciudad de Corinto. Con el tiempo, Jasón se enamora de la joven hija del rey de Corinto, Creonte, se promete con ella y repudia, es decir, rechaza, a Medea como su esposa y la abandona. A partir de aquí empieza la tragedia de Medea.

La nodriza de los hijos de Jasón y Medea está preocupada porque ve a Medea en un estado de ansiedad, nervios, tristeza y mal carácter muy agudizado. Tiene miedo de que planee algo malo, aunque no está segura de qué puede ser. El rey Creonte se presenta a Medea y le ordena que abandone la tierra de Corinto, que salga como desterrada. Jasón también va a hablar con Medea y se produce una fortísima discusión entre ellos. Entonces Medea, para vengarse de Jasón, planea matar a la hija de Creonte, la princesa con la que se va a casar Jasón y, después, matar a sus hijos, para que Jasón no pueda quedarse con ellos. Así, llama de nuevo a Jasón y con palabras dulces pero falsas le hace creer que ella acepta su destino. Medea prepara entonces una pócima mortal con la que impregna un vestido como regalo para la princesa y envía a sus propios hijos a que se lo lleven. Inicialmente, la princesa desconfía del regalo, pero cuando se pone el vestido, éste se le adhiere a la piel y el veneno le quema la carne como un ácido, muriendo la joven entre terribles dolores. Su padre, al ver a su hija agonizando la abraza desconsolado y, entonces, el vestido se pega también al cuerpo de Creonte provocando en él el mismo efecto anterior y ocasionándole la muerte en una fuerte agonía. Cuando Jasón de entera de lo que ha pasado, corre a pedir explicaciones a Medea, pero la mujer, en presencia de Jasón, asesina con un cuchillo a sus hijos, huyendo de Corinto en un carro tirado por caballos alados.

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